Centrándonos un poco más en el propósito de este blog, hoy nos vamos a adentrar en los intangibles de una marca.
Como dijimos anteriormente, la imagen corporativa, correctamente gestionada, es un activo estratégico al servicio de cualquier organización. Considera que alcanzar una imagen corporativa positiva, que con el tiempo y la coherencia en su gestión se convierta en buena reputación, es fundamental para la competitividad empresarial.
Y es que, en la sociedad del consumo, los activos intangibles –imagen, marca reputación- son recursos no físicos que cumplen una doble misión: aportan valor y estabilidad a las empresas.
Por tanto, gestionar correctamente estos intangibles favorece el anclaje y el reconocimiento de la empresa por la sociedad, una premisa innegociable para conseguir que las compañías sean reputadas y los productos y servicios, se asocien a una marca de prestigio.
En la actualidad muchas corporaciones ya han tomado este nuevo rumbo. La nueva sensibilidad empresarial pretende conjugar los intereses empresariales con los de los públicos con los que se relaciona.
Dentro de todo este cambio de filosofía organizacional se asume que toda actuación de la empresa comunica, incluida la inactividad en este terreno. Así, la comunicación corporativa se convierte en un activo estratégico empresarial que debe ser gestionado.
Por tanto, la comunicación corporativa dispone bajo su paraguas, todas las actuaciones de una organización, sean de la índole que sean, como determinantes en la configuración de la imagen corporativa, considerada ésta como el fin último que persigue la actividad comunicativa. Si además esta imagen positiva, es mantenida en el tiempo, con un comportamiento corporativo excelente y se satisfacen las expectativas de los grupos de interés se convertirá en reputación corporativa, fin último que debe alcanzar la empresa actualmente para garantizar su permanencia
Pero no hay reputación sin imagen, ni imagen sin identidad corporativa por tanto hay que empezar a trabajar por la identidad a la hora de gestionar la reputación corporativa y ser en definitiva una “buena empresa”.
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